Estos últimos días
los hemos pasado en el sur de Bolivia, realizando un tour de tres días por el
salar de Uyuni y sus alrededores. Ha sido espectacular: hemos sido testigos de
unas maravillas naturales únicas y hemos podido ver paisajes preciosos.
Hicimos el tour
con un jeep (ahora entendemos el porqué: no hemos pisado ni una sola carretera
asfaltada en tres días!!) y coincidimos con tres amigas de Israel y dos primas
chilenas muy majas. Nuestro guía era un chaval boliviano de 22 años llamado
Edwin muy simpático, inocente y encantador. Él fue nuestro guía, conductor y
cocinero, ya que todas las comidas estaban incluídas y él las preparaba en los
hostales a los que íbamos. Durante todo el tour no tuvimos cobertura de móvil,
y por supuesto nada de wi-fi o internet, jejeje.
El primer día
fuimos a visitar el Salar de Uyuni. Es realmente impresionante: kilómetros y
kilómetros de pura sal, un auténtico espectáculo (16650 hectáreas en total, y cada año va creciendo un poco más). Mirabas al horizonte y sólo
podías ver blanco y azul, no tenías perspectiva de nada, la sal te cegaba
completamente. Gracias a esta ilusión óptica la gente suele hacer fotos
divertidas jugando con la perspectiva, ya lo veréis en las fotos. Tuvimos la
suerte de poder comer allí mismo, en medio del salar. Después de comer fuimos a visitar una isla llena de cactus en medio del salar: tardamos más de una hora en llegar allí, y alrededor sólo se veía sal y más sal. Lo más curioso es que esa isla está habitada.
Por la noche
fuimos a dormir a un hotel de sal: paredes de sal, cama de sal, mesa de sal,
sillas de sal... el concepto es chulo pero os aseguramos que dejaba mucho que
desear (como todos los hostales de este país) El pobre Alex estaba
escandalizado, jajaja.
Al día siguiente
fuimos a ver varias lagunas con flamencos (preciosas) y atravesamos un desierto
inmenso (parecía que estábamos en Marte, espectacular). Por la noche vivimos lo
mejor del tour: dormimos en un hostal en medio del desierto sin electricidad ni
ducha (y por supuesto nada de agua caliente). Lo de la ducha todavía podíamos
tolerarlo, pero lo de ir al baño o cenar alumbrándonos con la luz del móvil fue
toda una experiencia. Eso sí: allí pudimos ver el cielo estrellado más bonito
que hemos visto nunca.
El tercer día nos
levantamos a las cuatro de la mañana (estábamos a tres grados!!), nos vestimos
y desayunamos con la luz del móvil (bendito móvil!!) y fuimos a ver géiseres en
medio del desierto. A continuación fuimos a unas termas naturales donde sólo
Marta se atrevió a meterse (a Alex ni se le pasó por la cabeza). Tras estas
visitas matutinas nos dirigimos a la frontera con Chile para ir a San Pedro de
Atacama y visitar su famoso desierto.
Resumiendo: Bolivia
es un país rico y espectacular en naturaleza y paisajes, pero muy pobre en el
resto de cosas, con muy pocos recursos en infraestructuras, carreteras,
hostales, etc. Nos ha gustado experimentarlo; pero ayer al cruzar la frontera
con Chile y pisar asfalto por primera vez en tres días lo agradecimos mucho.
Por cierto,
pasamos por La Paz para ir de Copacabana a Uyuni, y aunque fueron sólo un par
de horas nos pareció una ciudad impresionante: enorme, pobladísima, muy caótica.
Estamos contentos de no habernos quedado ni un día allí, pero nos hizo gracia
verla porque es muy distinta a cualquier ciudad vista hasta ahora. Si Lima nos
pareció una jungla (acostumbrados a España), La Paz le da veinte vueltas.
Próximo post
desde San Pedro de Atacama!!
Impresionante paisaje.
ResponderEliminarSaludos