viernes, 15 de agosto de 2014

PEKIN Y LA GRAN MURALLA CHINA: 6 MESES DE VIAJE!

Son, 180 días son, 180 y quedan más, para dar la vuelta al mundo! Ya llevamos seis meses viajando!

Hemos celebrado esta bonita cifra en Pekín, una de las ciudades más interesantes que hemos visto en todo el viaje. Todo el mundo nos había hablado fatal de esta ciudad, pero para nosotros ha sido una agradable sorpresa ya que nos ha gustado mucho.

Hemos visitado la plaza Tianmen (la más grande del mundo), la ciudad prohibida (nunca, pero nunca, hemos visto a tanta gente en un sitio, era impresionante), algunos barrios típicos donde viven los chinos (los llamados hutongs, donde incluso nos hemos alojado, muy auténtico), el estadio olímpico y algunos templos.

Y luego está la gran muralla, otra de las 7 maravillas del mundo. 6500km de longitud. Los que han ido supongo que estarán de acuerdo conmigo en que es tan larga como innecesaria. En teoría era para evitar que los enemigos les invadiesen, y la construyeron arriba del todo de unas montañas altísimas. Nosotros necesitamos 2 horas de autocar, coger un teleférico y andar 20 minutos cuesta arriba para llegar. Yo creo que si un enemigo es capaz de subir hasta allí, la muralla la salta sin coger carrerilla. No subes todo eso para luego ver un muro y echarte atrás, aunque sea sólo por la pereza que da volver a bajar, ese muro lo saltas. Pero hay que reconocer que es un lugar al que vale la pena ir.

Lo más curioso de Pekín es la calle donde venden comida tradicional, es decir, pinchos de escorpiones, arañas, estrellas de mar, caballitos de mar, serpiente, etc. Los escorpiones son frescos, ves como se mueven, te los matan cuando te los cocinan a la plancha!

Y hablando de comer, en China no ha sido fácil. Nuestro amigo comodín McDonalds nos ha dejado tirados. Mal amigo! Es muy grande, porque después del escándalo de la carne podrida, entras a un McDonalds y sólo puedes comer patatas fritas! Bueno, y un sandwich de pollo picante (supongo que como pica imaginan que no notas el sabor real, jajaja).

Y el idioma no ayudaba a la hora de escoger restaurantes. A diferencia de Hong Kong, tanto en Shanghai como en Pekín se habla muy poco inglés. Todos los carteles están en chino, incluso las típicas franquicias americanas (reconocíamos un pizza hut o un starbucks por el logo), y las cartas de los restaurantes también. Y si le preguntas a la camarera que lleva un plato te responde en chino. Y si se lo vuelves a preguntar, te lo explica de nuevo con una sonrisa en la cara, pero en chino.

Por cierto, esto de convivir con chinos es duro: no tienen respeto por nada. Se te cuelan descaradamente por todo, no respetan las colas, te estornudan en la cara, escupen cada dos por tres, etc. Ya lo habíamos notado en Hong Kong pero en Pekín y en Shanghai es mucho más exagerado. Que gente más rara, jaja.

Más cosas curiosas de la ciudad: nos esperábamos mucha contaminación y suciedad (como sale a veces en las noticias en España) pero el cielo estaba despejadísimo y las calles impolutas; hay control de armas en todas las estaciones del metro; no ha habido manera de encontrar información turística y nos hemos movido tres días por la ciudad sin mapa, porque tampoco hemos encontrado ni uno.

Shanghai y Macao los veo prescindibles (aunque tienen cosas interesantes que ver), pero Hong Kong y Pekín me han gustado mucho, esto de ver a los chinos en su hábitat natural me ha llamado mucho la atención. Es un destino exótico con unas mínimas comodidades para vivir. Por ello, en contra de lo que me imaginaba previamente, China está en una de las posiciones más altas de mi ranking rozando el top 5.

Os dejamos con algunas fotos. Como veréis, alguna de las páginas de nuestro pasaporte "comencen a fer goig":























No hay comentarios:

Publicar un comentario